Las fuertes lluvias han vuelto a golpear al país con una intensidad devastadora, generando huaicos, inundaciones y deslizamientos que afectan a miles de peruanos. Como todos los años, somos testigos de viviendas destruidas, personas damnificadas, carreteras bloqueadas y alertas de emergencia. A este escenario se suma el ya predecible clamor ciudadano por el escaso apoyo de las autoridades, que parecen repetir el mismo libreto de promesas y mensajes de consuelo sin una respuesta efectiva.

Es inaceptable que la prevención continúe siendo una tarea pendiente para los gobernantes. Pese a la evidencia de desastres pasados, la planificación y ejecución de medidas efectivas para mitigar los daños de las lluvias sigue siendo insuficiente. Los números no mienten: según el Centro Nacional de Estimación, Prevención y Reducción del Riesgo de Desastres (Cenepred), más de 1.7 millones de peruanos estarán en riesgo muy alto de sufrir desastres naturales entre febrero y abril. Y esto recién empieza. Hoy el peligro acecha a 15 regiones, pero en los próximos días el escenario podría ser aún peor.

Los peruanos no podemos seguir enfrentando año tras año los mismos desastres con la misma respuesta deficiente. Es hora de que las autoridades asuman con seriedad la responsabilidad de implementar planes de prevención y reducción de riesgos reales, en lugar de reaccionar cuando ya es demasiado tarde.

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