El fiscal José Domingo Pérez ha denunciado ayer que su esposa ha sido hostilizada y atacada verbalmente en su centro de trabajo, algo que no se puede permitir. El magistrado ha dicho que él está acostumbrado a los agravios como parte de la labor que se le ha encomendado. Sin embargo, tiene mucha razón al alertar con mucha energía cualquier acción contra los miembros de su familia. Esto es algo que las autoridades deben de esclarecer.

En lo que no se puede coincidir con el fiscal Pérez, es en su queja por los señalamientos que recibe por su labor como parte del Ministerio Público. El caballero debe de entender que no todos los cuestionamientos vienen de corruptos, mafiosos, sinvergüenzas o rateros. Tienen que hacerle ver que es un funcionario estatal y que como tal está sujeto a críticas, que no siempre tienen por detrás algún interés delictivo.

¿O quiere aplausos por sus declaraciones políticas por las que ha sido sancionado por el Ministerio Público? ¿También sueña con alabanzas por su cuestionado accionar contra los magistrados constitucionales José Luis Sardón y Carlos Ramos por votar en contra de la primera prisión preventiva contra Keiko Fujimori? Tras la demanda impuesta por los delincuentes de Odebrecht contra el Perú, es evidente que también habrá duras críticas, y no necesariamente de gente corrupta.

Esto me hace acordar a los tiempos de la revocatoria presentada contra Susana Villarán, en 2013, cuando algunos de sus escuderos, de los cuales ya no le queda ninguno, acusaban a los críticos de la patética gestión edil de la señora de ser parte de una mafia. Quienes no apoyaba a la alcaldesa y simplemente deseaban verla fuera del cargo por incapaz a través de un mecanismo constitucional, eran prácticamente unos hampones.

Se equivoca el fiscal Pérez al ser tan susceptible a las críticas por su trabajo que ha tenido cosas buenas, pero otras para el olvido como la politización de su labor y sus exabruptos. Y mientras tanto, sería bueno preguntarnos dónde está la fiscal de la Nación, Zoraida Ávalos, quien hace tiempo ha debido llamar al orden a sus subordinados del equipo especial para el caso Lava Jato, los que parecen no rendir cuentas a nadie dentro de la institución jerarquizada a la que pertenecen.

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