Las promesas incumplidas de la democracia, es el título de un ensayo de primera categoría, escrito por Norberto Bobbio, un notable pensador político italiano de la segunda mitad del siglo XX. Nos hemos inspirado en el título de este escrito, no porque sintamos una especial predilección por el ensayo o porque sintamos la necesidad irreprimible de elogiar al autor, sino porque el título nos proporciona suficientes luces para pensar nuestra decadente política doméstica y, en concreto, para pensar el último año de administración de la presidenta Dina Boluarte. Decir que la política peruana está en constante declive es algo incuestionable y decir que al Perú –parafraseando a González Prada– lo amputan cirujanos con manos temblorosas y vista obnubilada, es una realidad inobjetable. El rumbo de la vida política nacional es indeciso, pero se acentúa la indecisión y se acrecienta la incertidumbre cuando recordamos quién nos gobierna. El 28 de julio del año pasado, en el mensaje a la nación, Boluarte mencionó una serie de promesas que hoy comprobamos que son incumplidas. El viernes pasado, el diario Gestión publicó un análisis riguroso de las “promesas de Boluarte”, destacando que “el reordenamiento y modernización de los ministerios, la estrategia nacional para la interdicción de la minería ilegal y la mano dura a los delincuentes capturados” no han logrado ningún avance significativo. Richard Dawkins, biólogo ateo y divulgador científico, publicó en 1976 el libro El gen egoísta. Pensando desde esta base, ¿cuáles son los genes de este Gobierno, originariamente de izquierdas? Incompetencia, hediondez moral y mediocridad, son algunos de los genes defectuosos.