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El gobierno de Martín Vizcarra va de tumbo en tumbo y nada le sale bien. Tras 27 días de protestas en el Valle de Tambo-Islay y otras localidades de Arequipa, en rechazo al proyecto de Tía María, el Consejo de Minería suspendió la licencia de construcción para hacer realidad una inversión de $1400 millones que, por estas idas y venidas, están en riesgo. Esta decisión puede ser la mecha que se prenda y acabe por incendiar el sur ante la amenaza de radicales que también están detrás de las manifestaciones y bloqueos para sacar réditos a su favor, quizá pensando en las próximas elecciones.

Una decisión que se veía venir luego de que Vizcarra, tras su estéril visita a Arequipa el 24 de julio, repitiera al estar acorralado en los últimos días el mismo discurso: “El proyecto no procede sin la aprobación de la población”, además de los furibundos ataques del gobernador regional, que se dio el lujo de llamarlo “traidor”.

Los bloqueos y marchas diarias, que al inicio eran reducidos en Tambo, se extendieron al resto de Arequipa, en especial a la capital, donde impera el temor por la violencia, como ocurrió en los últimos días. Además, grupos radicales han tomado el control de las protestas desde la Federación Departamental de Trabajadores de Arequipa (FDTA), sede en donde se acuerdan acciones a tomar en rechazo a la suspensión de la licencia y que ya contagió a la CGTP, que anunció un paro para el 24.

La situación llegó a extremos y ahora los opositores de Tía María solo tienen como único objetivo la anulación del permiso, lo cual sería un mal precedente para futuras autorizaciones que se otorguen y que fácilmente se desconocerán con marchas y bloqueos. Así estamos.

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