En junio del 2021 siendo elegido presidente Pedro Castillo, fue en Puno donde obtuvo la más alta votación de todo el país: 89% de apoyo.

Tras la fallida disolución del Congreso, se declaró su vacancia y detenido, asumió Dina Boluarte. Hoy se movilizan importantes sectores, en particular las regiones del sur siendo Puno y Juliaca, con un lamentable saldo de 17 muertes tras la intervención de las fuerzas del orden.

Grandes movilizaciones en estos días fueron pacíficas. Entre ellas hubo aislando a un pequeño grupo de infiltrados violentistas a quienes la gente señala como “ternas” y a los que la policía aún no identifica pese a cámaras y videos.

La respuesta a “quién financia estas movilizaciones”, no es otra que los propios manifestantes acatando el acuerdo de sus comunidades campesinas. Y la protesta es por la histórica exclusión y pobreza expresada en los propios censos del INEI. Nuestra región es una de las poquísimas que pierde población. De 1´250,000 habitante en el 2007 disminuye hasta 1´150,000 en el 2022. Los puneños migran en busca de mejores condiciones de vida que no encuentran en su tierra.

La bandera de su movilización es “que se vayan todos”, “adelanto de elecciones” y “renuncia de Dina Boluarte”, no porque defiendan a Castillo, quien no ha estado a la altura del encargo recibido, sino defendiendo el sentido de su voto. Si la democracia liberal se rige por la elección mediante el voto, exigen se respete su decisión y su elección. Que no sorprenda entonces la respuesta y la movilización.

La población puneña rechaza ser maltratada al pretender que son “manipulados por Evo Morales”, mientras se les reprime desde helicópteros con bombas lacrimógenas y tiros al cuerpo.

Puno quiere diálogo, no balas ni represión. Ni un muerto, ni un herido más.