Muchos de nosotros hemos visto las fotos y videos del fin de semana pasado. Exdiscotecas (ahora “restobares”) en el sur chico, llenas de personas bailando, sin distancia social y sin mascarilla. Un verano de fiesta cualquiera.

También hemos visto noticias de bares clandestinos en San Martín de Porres y en Comas. La diferencia es que ahí se dieron intervenciones policiales para interrumpir las fiestas.

Sepamos que no importa si la fiesta es en Punta Hermosa o es en San Martín de Porres. Las consecuencias a la salud son las mismas. Los riesgos son los mismos. Sí, una se llevó a cabo en un “bar clandestino” y otra en un “restobar” autorizado… pero llamarte “restobar” para ser una discoteca en la práctica, es igual de imprudente. Parece que hará falta la intervención policial en Punta Hermosa para que algunas personas se den cuenta que “salir a juerguear” en este contexto implica consecuencias.

Es imposible que después de 10 meses con pandemia, quienes van a esos eventos no comprendan los riesgos que implica juntarse de esa manera. La única explicación lógica es que no les importa. ¿Qué es más importante que cuidar la salud de las personas que quieres? ¿Tu derecho a divertirte? Pues parece que para algunos sí.

Hace falta un poco de perspectiva. ¿Qué significa un sábado de juerga si es que podemos terminar contagiándonos (y a los que más queremos)? ¿No son los costos demasiado altos? Toca replantearnos, como sociedad, algunas preguntas sobre lo esencial. Y lo esencial es mantener seguros a nuestros seres queridos. Velar por nuestra propia salud. Pensar en nuestros actos como enmarcados dentro de una colectividad en lugar de un individuo.

No se va a acabar el mundo si no sales de fiesta un verano. No es tan difícil. Como si de una tragedia se tratara, ¿no?