El viernes 11, mientras el gobernador regional de La Libertad, Manuel Llempén, invocaba públicamente a que se supere la crisis política y se tiendan puentes para seguir en la lucha contra la pandemia y por la reactivación económica, su partido Alianza Para el Progreso votaba en bloque a favor de la aprobación de la moción de vacancia contra el presidente Martín Vizcarra.

El gobernador no era el único, más de un alcalde del mismo partido de Acuña en esta región esperaba que la crisis no se agudice con la posible vacancia en cierne, y hasta recordaban que habían acordado medidas y envío de recursos para combatir al coronavirus, algo que se caería hasta nuevo aviso con el golpe de gracia al actual gobierno.

La Libertad tiene actualmente cerca de 50,000 casos de Covid-19 y más de 3,400 fallecidos a causa de esta enfermedad. Aunque la tendencia en las últimas cuatro semanas es decreciente en relación al número de víctimas mortales, la situación aún no está controlada y hay temor de un rebrote por la paulatina relajación de la población.

Pese a ello, el partido Alianza Para el Progreso desoyó las invocaciones y votó sin chistar por la vacancia. Cuesta trabajo creer que ese voto en bloque no tuvo la intervención de César Acuña desde algún adminículo de telecomunicación. Acuña fue alcalde de Trujillo dos veces y gobernador de la región La Libertad.

Aún no se sabe bien qué papel cumple Acuña en este entuerto maloliente que nos tiene a todos crispados. Lo cierto es que después de que la vacancia perdiera peso, el líder apepista se pronunció mostrando su oposición a la misma. Tratándose de un fijo candidato a la presidencia, es preciso conocer qué danza quiere bailar y con quiénes está dispuesto a juntarse para llegar el poder. Vizcarra debe responder por sus actos, está claro, pero el resto del elenco en esta historia ha empezado una carrera sinuosa y aún oscura.