La nota del dominical Cuarto Poder, que muestra que tres de los más importantes hospitales de Lima no tenían operativo un equipo tan elemental como es un tomógrafo, lo que a la larga costó la vida a un paciente, ilustra a la perfección la realidad de la salud pública que ya en tiempos de pandemia dejó en claro que era un verdadero desastre. Si así estamos en Lima, incluso a pocas cuadra de la plaza de armas de Lima, imaginemos lo que padecen los peruanos en las diferentes provincias y distritos.
Indignante que un paciente en estado de agonía no haya podido ser atendido por falta de este equipo en hospitales como el Casimiro Ulloa, el Dos de Mayo y el Santo Toribio de Mogrovejo. ¿Quién responde por esto? ¿Qué dice el ministro de Salud, César Vásquez?, ¿dirá que es parte de una campaña de los medios como señaló a raíz de la denuncia de falta de medicinas? Este señor no puede quedarse mudo ante el riesgo en que se encuentra cualquier potencial paciente de una emergencia.
Hace menos de un año, los peruanos lamentamos y a la vez nos indignamos con la muerte del congresista Hernando “Nano” Guerra García por falta de atención médica, tras sufrir una descompensación en la región Arequipa. Las postas solo atendían en “horario de oficina”. Mucho se habló y mucho se ofreció, pero por lo visto las cosas siguen igual, tan como igual como después de la pandemia, en que se hizo evidente que había que trabajar mucho para que la salud pública en el Perú sea digna de seres humanos.
Ahora, volviendo al caso de la falta de tomógrafos en los hospitales de Lima que costó la vida a un ciudadano, sería muy grave que esto se deba al interés de ciertos malos médicos en que falle la atención en nosocomios públicos, para derivar pacientes a consultorios privados. No sería la primera vez. ¿Quién supervisa? Nuevamente sería bueno saber qué dice el ministro salido del partido de César Acuña, el hombre fuerte de universidades de baja calidad con facultades de Medicina.
Lamentablemente, en el Perú no ha habido un solo gobierno que haya tenido la voluntad política de dejar una salud pública de calidad. Todas las gestiones han puesto la mirada en cualquier cosa, menos en algo tan elemental como que haya médicos y equipos a disposición de quienes no cuentan con la posibilidad de pagar un seguro. Los peruanos no pueden seguir muriendo por falta de empatía de las autoridades que tienen como función velar por la vida y la salud de la gente, especialmente la más pobre.