Ahondaré en la Razón de Estado (RdE) que formulé ayer en Exitosa TV y Radio, al sostener que las diligencias fiscales en Palacio de Gobierno debían prohibirse por Seguridad Nacional, salvo por acto infraganti por el cual la RdE quedará inservible. Veamos. La RdE es la razón superior en la convivencia social, superando incluso al statu quo cuando su motivación sea la propia estabilidad del Estado. La RdE siempre se expresa a través del poder porque debe ser impuesta y no por el capricho o la arbitrariedad sino por la autoridad, que es distinto, y sin alejarse un solo instante del interés general, que es el interés de todos porque la RdE siempre es erga omnes, es decir, de todos y por todos.

Entre las razones es la más preciada porque tiene que ver con el destino del Estado mismo que es el de la sociedad jurídicamente organizada. La RdE no toma en cuenta a la moral porque sencillamente la supera. No es que la RdE sea inmoral o confabula con esta contra los gobernados. No. Simplemente que la RdE es amoral, es decir, no toma en cuenta lo bueno de lo malo sino lo justo de lo injusto, lo esperado de lo deseado y por eso la RdE prescinde de los subjetivismos y solo relieva por sus resultados. Por tanto, si hay que declarar la guerra a un Estado vecino pues se hace y si hay que negociar con terroristas para salvar la vida de los secuestrados pues también se hace. Pero la RdE no es absoluta.

Al contrario, depende de las circunstancias y de los contextos, por eso aparece como relativa sin que ello signifique que no sea efectiva y sin que configure el despreciable arribismo de los mediocres que dejan de ser lo que son con tal de conseguir el poder o mantenerse en él a cualquier precio. Con el ejemplo anterior, podría decidirse no negociar la vida de los secuestrados privilegiando la protección colectiva porque la RdE jamás es individual. Siempre prioriza a todos porque domina el interés general -repito-, el de todos, no el de unos cuantos o el de uno solo. Es verdad que la RdE puede ser impopular pero mientras sea para el bien de todos siempre quedará legitimada. La RdE jamás se deberá ideologizar porque entonces quedará parcializada y se volverá engañosa y no deberá temer ir más allá de la ley porque siempre estará dentro de ella y,  lo más importante: la RdE deberá decidirse sin dubitaciones pues allí está su eficacia.