Hoy se cumple una semana de las cuestionadas elecciones presidenciales en Bielorrusia, país mediterráneo de cerca de 10 millones de habitantes -ubicado en la denominada Europa Oriental-, que ha originado por esa razón, una serie de protestas por parte de la oposición al gobierno de Aleksander Lukashenko, una vez más autoproclamado vencedor, y que lleva 26 años en el poder sin visos de querer dejar. Tildado de dictador, además  por mantener presos políticos desde hace buen tiempo, ya nadie cree, dentro y fuera del país, que Lukashenko ha jugado limpio con el escrutinio. Como se ve, aferrarse al poder, no es una exclusividad de América Latina que aún mantiene dictaduras o autocracias como Cuba, Venezuela y Nicaragua. En Bielorrusia, que formó parte de la desmembrada Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas - U.R.S.S., y que alcanzó su independencia a la caída del régimen soviético, en 1991, el desarrollo económico ha sido determinadamente dependiente de su vecino, Rusia, con el cual llamándose mutuamente, países hermanos, sus gobiernos han pasado a mostrarse con intereses opuestos. De hecho, las relaciones entre Lukashenko y Putin no son las mejores sobre todo desde que Moscú decidió efectuar recortes en el suministro de gas y petróleo, y hasta vendiendo al gobierno de Minsk, los referidos recursos, a precios altos como a los países de la Unión Europea. Bielorrusia, que como Perú, estuviera en el histórico grupo de los 51 Estados firmantes de la Carta de San Francisco, tratado con el cual quedó fundada la Organización de las Naciones Unidas en 1945, en estos últimos años ha estado en la mira de Putin, que lo pretende como a Crimea, la península ucraniana que arbitrariamente anexó en 2014. Sin duda, para Moscú el momento político en Bielorrusia, generado por Lukashenko que no da ningún signo de querer rectificarse, suma a sus planes geopolíticos de afianzar su marco de influencia en esa región. Veremos que se viene en este país mayoritariamente cristiano ortodoxo, cuya oposición no doblega en la idea de ver consumada la salida del tirano gobernante.