Hasta la noche de ayer la situación en Virú, en La Libertad, seguía fuera de control y los policías que llevaban horas intentando frenar el ilegal bloqueo de la carretera se sentían impotentes, desguarnecidos. El asunto es preocupante pese al apoyo del Ejército. La protesta legítima se ha convertido en un arrebato de violencia injustificable.

Las imágenes que todo el país ha visto sobre lo que ocurría en la carretera han sido condenables. Niños que sufrían las consecuencias de quedarse varados en plena vía, gente desesperada y recibiendo los embates de una protesta a la que no pertenecen ni pretendían asistir.

En las últimas horas también se ha conocido sobre una supuesta retención de por lo menos un policía a manos de los manifestantes, que se supone son trabajadores agroindustriales. Hay hasta un video que dejaría en evidencia estas acciones contra un agente. Algo que deberá aclararse en el más mínimo plazo.

El país ha apoyado en gran medida el justo reclamo de los trabajadores agroindustriales. Ha hecho suya en buena parte su lucha. Pero esto ya no es legítimo, es delictivo y atenta contra el resto de peruanos.

Es cierto que el Congreso aún no se pone de acuerdo en cuanto a las líneas maestras de la nueva ley agraria, madre del cordero. Pero se debe entender que una norma como esta necesita un consenso. Paciencia. Que no cunda tampoco la desinformación. Que no gane el vandalismo a la cordura.