El Gobierno de Humala ha llevado adelante, durante casi 4 años y medio, una política curricular -centralizada desde Lima- caracterizada por un laberinto de documentos (rutas de aprendizaje, mapas de progreso, marcos y aprendizajes fundamentales, así como unidades y sesiones de aprendizaje), idas y venidas, confusión pedagógica y cambios de último momento. Todo ello, con un gran gasto del Estado, en un contexto de debilitamiento de la descentralización educativa que ha bloqueado los proyectos curriculares regionales y, sobre todo, de las instituciones educativas.

Sin embargo, resulta acertado que el Ministerio de Educación esté iniciando un nuevo proceso para formular un nuevo Diseño Curricular Nacional, donde se observa el replanteamiento del enfoque pedagógico anterior de los “Marcos Curriculares”, pues ahora contempla una visión con saberes esenciales que deben lograr los estudiantes. Además, según se nos ha informado, se considerarían competencias como actuaciones que integran dinámicamente capacidades, conocimientos y valores-actitudes; estándares de aprendizaje por ciclos; y una organización curricular por áreas con programas que tendrían una secuencia cognoscitiva por grados.

Algunas sugerencias a lo que han presentado hasta ahora: la visión de saberes esenciales no puede considerarse como “perfil del egresado” porque este es un instrumento de planificación para “moldear un estudiante promedio” que es inexistente; ampliar la consulta a directores y docentes, y avanzar hacia un currículo consensuado para su valoración e implementación a la brevedad por el próximo gobierno. Como dice el educador Juan Borea: “aprobarlo y aplicarlo a tres meses de concluir este gobierno sería de mal gusto“.