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Donald Trump no ha detenido su marcha hasta acabar todo el acuerdo al que llegaron los países miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas más Alemania con el régimen teocrático de Irán, es decir, someter al gobierno de los ayatolas a un programa nuclear totalmente controlado y a la medida de Washington. Para muchos resulta inexplicable que la Casa Blanca de Trump se tire abajo un acuerdo que garantizaba una cuasi paz en la convulsa región del Medio Oriente; sin embargo, para otros, se trataba de un marco que daba tiempo al régimen chiita para alistar con el tiempo su poderío regional, mientras lograba su etapa de recuperación económica diezmada precisamente por las sanciones de los Estados Unidos. Lo cierto es que a Washington nada le ha importado más que acabar con el acuerdo que, por cierto, tranquiliza a dos de sus aliados estratégicos en esa región: el régimen sunita de Arabia Saudí, el archienemigo islámico de los persas y por supuesto Israel, el aliado por antonomasia de EE.UU. El temperamento de los chiitas de Irán no es fácil y por eso lo que se pueda venir en adelante en una fase de reacciones no será nada fácil ni asegurará ninguna normalidad que tanto se esperaba.

Ya mismo, el reinicio de las sanciones impuestas por Washington coincide con el aniversario del asalto de la embajada estadounidense en Teherán, en 1979, por una turba estudiantil. Es totalmente sintomático que ello se dé en una fecha de expresa coincidencia. Está claro que a Trump, estos razonamientos no le importan mientras lo que haga cuente con el apoyo de los sectores del país que siguen aplaudiendo su gesta de enfrentamientos sin que nadie los critique. Para Trump todo este circuito de actuaciones tiene un objetivo claro. Lograr un liderazgo que le permita seguir siendo un sostenido candidato a la reelección en dos años más. No sabemos qué pasará en adelante con las reacciones de Irán. No sabemos si el duro régimen persa estará dispuesto a una nueva etapa de penitencias, o se alzará con acciones que pudieran marcar un nuevo foco conflictual activado en el Medio Oriente, desplazando al que produjo el problema en Siria. Veremos.