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No es la primera vez, ni la última, que una película tiene una muy particular visión para los críticos especializados, que se encargan de desmenuzarla apelando a sus sesudos conocimientos -nos imaginamos- sobre dirección, guion, producción y actuación, y otra muy distinta la lectura que hacen de la misma los espectadores, que pagan su entrada con el entusiasmo de disfrutar de una historia que los atrape y colme sus expectativas. Estas opiniones muchas veces son diametralmente opuestas, tanto que uno termina preguntándose si ambos bandos vieron la misma película. Esta siempre será una eterna confrontación cada vez que hay un estreno importante en la cartelera. Así funciona el negocio, y a los directores solo les queda “apechugar”. Acostumbrados estamos ya, entonces, a las reseñas intensas en las que hay de todo como en botica: elogios, críticas, como también sentencias implacables y el desprecio absoluto. De esto no se salva ninguna película en cartelera, y menos Bohemian Rhapsody, la recientemente estrenada cinta sobre el grupo británico Queen y la vida de su vocalista, Freddie Mercury, caracterizado notablemente por el actor Rami Malek. Por un lado, la crítica de los opinólogos del rubro, que dicen que la cinta no está a la altura del mito, que hay groseras alteraciones de fechas y circunstancias en el relato; en resumen, que el resultado final no es lo que se esperaba. Mientras, por el otro lado, el del público, están los seguidores de la entrañable banda, que lejos de encontrarle defectos, aplauden virtudes, se emocionan con los clásicos, se les cae una lágrima al coquetear con la nostalgia y sienten a Mercury más vivo que nunca. La cinta apela directamente al corazón, a los recuerdos, a “revivir” a un ídolo que murió a los 45 años dejando detrás una carrera musical impresionante y que ha marcado la vida de varias generaciones y que, lo mejor de todo, sigue sonando mejor que nunca. Una película cumple su objetivo, creemos, cuando engancha con la gente, emociona, despierta sentimientos y entretiene, y eso sucede con Bohemian Rhapsody. No pretendemos ser críticos en el rubro, lo que sí creemos es que lo más saludable resultaría que antes de ir presurosos a leer la opinión especializada sobre un filme, mejor vayamos sin prejuicios a ver lo que nos motiva para luego darle nuestra propia valoración. No hay mejor crítico que uno mismo, salvo mejor parecer.