La rabieta que han hecho los gobernadores regionales luego de que se anunciaron acciones desde Lima para corregir su mala gestión en tiempos de pandemia, no debe ser impedimento para que el Ministerio de Salud y el Comando de Operaciones Covid-19 asuman las riendas de la situación y pongan a un lado a los ineptos que en algunos casos no han invertido ni un centavo de los recursos enviados para adoptar medidas contra la enfermedad.

Acá no se trata de quién manda o “por qué me ponen una persona por encima pese a que soy una autoridad elegida”. Se trata de salvar vidas de seres humanos que en muchos casos han sido desamparados por sus gobernadores regionales, como sucede en Arequipa, Madre de Dios o Lambayeque, por citar solo algunas jurisdicciones. ¿Y así reclaman para seguir al frente de las acciones contra una pandemia que ha puesto de vuelta y media al mundo entero?

Para el largo plazo, le queda al Congreso reformar la ineficaz descentralización llevada a cabo casi 20 años, que ha generado situaciones dramáticas como las que vemos hoy, además de los escándalos de corrupción que tenemos cada cierto tiempo. Sin embargo, hoy, con una pandemia encima de nuestras cabezas, es vital tomar acciones de emergencia por más que los gobernadores se molesten y saquen sus comunicados.

Luego de estos hechos, queda también a los electores hacer un mea culpa y darse cuenta de los tremendos errores que cometen al votar por sus autoridades locales que no solo deben hacer pistas y recoger la basura, sino que también tienen en sus manos a la salud. Un improvisado, un charlatán, un payaso, un corrupto, uno que jamás ha gestionado ni una bodega de abarrotes o que solo sabe tirar piedras a la policía cuando toma una carretera, no puede ser, pues, un gobernador o alcalde.

Es de esperarse que esta semana que empieza, que podría ser una de las más duras de la pandemia, el Ministerio de Salud, quizá con el apoyo de las unidades militares de las regiones afectadas por malas gestiones en salud, tome el control de las gestiones y evite más muertes de las que de por sí habrá. Esto no es un juego de poderes entre el Estado y reyezuelos locales a los que les ha quedado grande la responsabilidad. Se trata de salvar a seres humanos.