Sorprendentes las declaraciones dadas en entrevista a Canal N por la fiscal de la Nación, Delia Espinoza, quien ha dicho que en la institución a su cargo “no hay crisis”, cuando en realidad la señora está sentada en la tapa de una olla hirviendo a punto de estallar debido a que la Junta Nacional de Justicia (JNJ) ha repuesto en el cargo a Patricia Benavides, quien a todas luces fue destituida sin que se siga el debido proceso a causa de irregularidades que, en lo personal, creo que sí cometió.

O la señora Espinoza ha sido aconsejada por sus asesores de imagen, bastante optimistas o despistados ellos, para que diga a los medios que todo está tranquilo, o simplemente no se da cuenta que el Ministerio Público se le está incendiando por completo con fuego iniciado en su propio despacho, al extremo de que en teoría, en este momento la institución tiene dos cabezas en medio de un espectáculo lamentable que debe ser motivo de celebración de corruptos y delincuentes comunes como los que matan, roban y extorsionan.

Días antes, la fiscal Espinoza también había dado muestras de vivir en un mundo paralelo al señalar públicamente, a través de dos mensajes al país, que la institución hoy a su cargo es casi un templo de la legalidad y excelencia, cuando todos sabemos que está podrida por dentro, lo que se traduce en un trabajo politizado e ineficiente que no da garantías de que los señalados como “culpables” realmente lo sean, ni que los “inocentes” merezcan ver archivados sus casos.

A lo mejor la fiscal de la Nación, en su burbuja del noveno piso del antiguo local del Ministerio de Economía y Finanzas, piensa que los fiscales de las instancias básicas, supuestamente en la primera fila de la lucha contra asesinos, maltratadores de mujeres, ladrones, extorsionadores, secuestradores y demás lacras, están cumpliendo una excelente labor. A propósito, ¿será verdad que la señora prefirió dar la entrevista en su despacho y no en los estudios de Canal N por temor a salir y que no le permitan reingresar?

La fiscal Espinoza debería saber que la única salida a la situación en que se encuentra el Ministerio Público pasa por una reorganización total que tendría que comenzar con el alejamiento de todos los supremos, incluyéndola a ella, a Patricia Benavides y a Tomás Gálvez, estos dos últimos en proceso de reincorporación, ya que también arrastran serios cuestionamientos. Acá no hay buenos ni malos, simplemente magistrados que han cumplido su ciclo y que por el bien del país, deberían irse.

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