De acuerdo con el Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española, a la que pertenece la Academia Peruana de la Lengua, la palabra palta se utiliza para hacer referencia a equivocación, error, vergüenza, turbación, susto o temor. Así, cuando una persona comete un error que produce vergüenza, se le suele decir: “¡No paltees!”, “¿Por qué palteas?”, “¡Lo primero que haces es paltear!”. Esta semana, tres congresistas, evidenciando una completa ignorancia sobre las funciones del Banco Central de Reserva, hicieron preguntas sin sentido, y hasta cuestionamientos, a su titular Julio Velarde. No solo le preguntaron por acciones para fomentar empleo o para elevar la competitividad de nuestras exportaciones, sino que alguno puso en entredicho el salario que cobra. Más allá del ridículo, un elemento más de preocupación recaería en quienes asesoran a los congresistas. Los asesores son quienes deberían de informar, poner al tanto, sobre los temas de agenda para, como quien dice, enriquecer el debate. Según el Reglamento del Congreso, cada congresista puede contar hasta con siete trabajadores en su despacho, entre Asesor principal, Asesor II, técnicos y auxiliares. Si bien el congresista es quien tiene la última palabra, y es el responsable directo de sus acciones o inacciones, el equipo de asesores tendría a bien advertir sobre inconsistencias en las eventuales intervenciones de los legisladores. Ahora bien, si el equipo de asesores ignora o desconoce los temas de agenda, ¿no vendría al caso estudiar la posibilidad de que pasen por una evaluación de conocimiento sobre el sistema económico y/o político peruano? Si bien son personal de confianza, elegidos a criterio de los congresistas, su trabajo incide directa o indirectamente en todos los peruanos.

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