Usted amable lector, puede creer que los relatos que presentaré son ficción, como la genial película del mismo nombre de Damian Sizfron (2014). Pero no, esto sucedió en el Perú. Y sucedió en torno a un aeropuerto.

No se cayó, se desplomó 2.0

Ante la pregunta de un periodista a la titular del OSITRAN sobre si el concesionario Lima Airport Partners, había incumplido el contrato de concesión del Jorge Chávez por no cumplir con la fecha del 30 de enero de 2025, ella respondió que no. Y claro, no habría incumplimiento porque ya el MTC y el concesionario habían firmado un acta de acuerdos en la que responsabilizaron la demora de la puesta de operación del aeropuerto a un aparente retraso en la aprobación de licencias por parte de otras entidades públicas. Para el contrato de una de las infraestructuras más grandes del país, los tiempos de obtención de las licencias no son responsabilidad del concesionario. ¿Es que la demora en el otorgamiento de las licencias se debe exclusivamente a la lentitud del aparato estatal o es que también puede tratarse de un expediente incompleto del concesionario que necesita ser complementado con mayores pruebas y/o información? No lo sabremos porque con la adenda 7 del 2017 se eliminó la posibilidad de diferenciar una situación de la otra. Simplemente los plazos para el otorgamiento de licencias no son causales de incumplimiento. Pocos días después, el OSITRAN emitió un comunicado indicando que existía aún un 6% pendiente relacionado a la integración de sistemas de la operación del aeropuerto. ¿Cómo?, ¡¿no que no se tenía aeropuerto por las licencias?! Ah, pero no hay incumplimiento.