El escándalo de los relojes Rolex en la muñeca izquierda de la presidenta Dina Boluarte crece cada día como la espuma, pues desde la denuncia lanzada hace una semana por el portal La Encerrona, los cuestionamientos, las dudas, las explicaciones inconsistentes y las incomodidades del premier Gustavo Adrianzén, han dado paso a que el Ministerio Público abra investigación a la mandataria por presunto enriquecimiento ilícito y omisión de declaración en documentos.
Para algunos puede parecer un tema menudo o de simple frivolidad ante los gustos exquisitos de una mandataria que irónicamente llegó al poder por un partido de izquierda, que cantaba con trajes andinos y despotricaba contra “los ricos”. Sin embargo, es difícil de creer que una trabajadora del Reniec cuente con presupuesto para tales gastos, teniendo en cuenta que hablamos de al menos tres relojes que no bajan de 18 mil dólares cada uno. Si así ha sido, mejor aclararlo de una vez con documentos y recibos.
Sería muy grave si esos costosos relojes han sido el “regalo” de algún empresario o proveedor del Estado con olor a corruptor, como esos que ya hemos visto por estas tierras rompiendo mano y aceitando a funcionarios públicos de moral laxa a cambio de ganar licitaciones. No olvidemos que esa estirpe de sinvergüenzas como los de Odebrecht o Marka Group, en el pasado lograron tener acceso a los inquilinos de Palacio de Gobierno, así que razones para dudar, existen de sobra.
En medio de todo, es positivo que el Ministerio Público haya abierto una investigación a la presidenta Bolaurte sobre este caso. Es de esperarse, más bien, que los fiscales hoy envueltos en líos internos, broncas, politización e ineficiencias que lindan con la complicidad con el delito, hagan un buen trabajo, rastreen el origen de esos relojes y determinen quién los compró y de dónde salió la plata. Si se establece que la mandataria los adquirió “antaño” y con su esforzadísimo ahorro, bien por ella.
Luego de todo lo que hemos pasado los peruanos con gobernantes corruptos hasta el último hueso, las autoridades, comenzando por la propia presidenta, deben salir a aclarar asuntos de este tipo. Eso de decir, sin evidencia alguna, que son que son producto de su trabajo de hace muchos años, ya lo hemos oído antes de gente que ha acabado muy mal. Recordemos la casa de Las Casuarinas de Alejandro Toledo, los lujos de Nadine Heredia, los sobres de manila de Martín Vizcarra y los costales con billetes de Pedro Castillo.