Aun estando a puertas de una campaña electoral, los números revelan señales positivas sobre el desempeño de la economía peruana en lo que queda del año, e incluso durante 2026, aunque con menor ritmo. El Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), en su último Reporte de Inflación, expone un alza en su estimación de crecimiento para 2025, de 3.1% a 3.2%, asociada a un mayor dinamismo de la demanda interna: servicios, construcción y manufactura, principalmente, sumado a una mejora en la confianza empresarial.
También advierte que persisten factores relevantes que podrían limitar el dinamismo de la economía: la desaceleración económica mundial, un menor crecimiento de China o los efectos de la inestabilidad política y el eventual escenario electoral. En distintos foros o espacios empresariales en los que participamos, al intercambiar comentarios sobre la coyuntura política y económica, si bien existe una preocupación generalizada, parece que los riesgos están siendo interiorizados, incluso normalizados.
Después de una pandemia y años de incertidumbre política, se percibe que “no podríamos estar peor”. Factores externos e internos ya son considerados al momento de tomar decisiones de inversión o desarrollo de negocios, sobre todo en sectores que mueven la aguja: servicios, construcción y manufactura. No obstante, algo que no deberíamos normalizar es la inseguridad y el crimen organizado. Estos también afectan a diversas actividades. El pago de cupos ya tiene incluso un mercado propio. La economía peruana subsiste con serios problemas estructurales, pero ¿podrá hacerlo frente al hampa? A eso estamos llegando.