Ni se crea que el territorio de Ucrania anterior a la invasión de Rusia será conservado geopolíticamente intacto. En efecto, todo el costosísimo plan de Vladimir Putin para ingresar en Ucrania preparado desde hace 8 años, para luego volver a la frontera cuyos ejércitos cruzaron hace 9 días dejando todo como estaba antes, es sencillamente impensable. Aún cuando se acaba de pactar en la segunda ronda de negociaciones en la frontera de Ucrania con Bielorrusia -país adicto a Moscú-, un corredor humanitario para la movilización de civiles que buscan huir de los escenarios de guerra y que es bueno precisar que dicho acuerdo no supone en ningún caso un cese de las hostilidades dado que no se ha podido acordar el alto el fuego, el plan final de Rusia es tomar Kiev, la capital de Ucrania, con el exclusivo objetivo de consolidar su posición de empoderamiento para una mesa de negociaciones. En este escenario de tomar Kiev por las armas, que se va a producir de todas maneras, tarde o temprano, más allá de la valiente resistencia militar y civil ucraniana, pues si las fuerzas de Rusia no logran su cometido, la percepción de una derrota Putin no podrá sortearla y por supuesto que no está dispuesto a que se lo achaquen los halcones del Kremlin. Por estas razones Moscú en una postura maximalista -en otra columna me referiré a las pretensiones de Ucrania- pedirá de arranque -ya lo ha expresado- el inmediato reconocimiento de la península ucraniana de Crimea -clave para el control del Mar Negro-, como parte de su territorio más allá de que en la práctica la cuenta por la anexión de 2014. También pedirá que se reconozca la calidad de repúblicas independientes a las provincias separatistas o prorrusas de la región del Donbas: Donetsk y Lugansk. Será el primer paso pues enseguida promoverán un referéndum en esta región con gobiernos serviles a Moscú y listo serán incorporadas al territorio de Rusia. Pero el plan de Putin tiene límites. Pondrá en Kiev a un títere que sirva a sus deseos, pero dudo que pudiera mantenerlo pues la resistente capital y las porciones ucranianas pegadas a Polonia, así como gran parte del país, miran todo el tiempo hacia la Unión Europea, y rechazan frontalmente la invasión, por lo que el sueño de Putin de que todo Ucrania quede bajo el manto protector de Moscú es irreal.