GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3
GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3

Todos emocionados, todos aún con un nudo en la garganta; la voz de Juan Diego Flórez cantando “Bello durmiente” a dúo con Chabuca Granda y rematando con “La flor de la canela”, el punto más alto de la ceremonia de inauguración de los XVIII Juegos Panamericanos Lima 2019, un espectáculo que demostró de qué estamos hechos cuando queremos. Todos sacando pecho por una puesta en escena brillante en la que nuestra historia, esas raíces de las que tenemos que sentirnos orgullosos, fueron el pretexto para armar una propuesta artística que proyectó al mundo la riqueza del Perú. Claro, hoy todos celebran, festejan con gran fanfarria que estuvimos a la altura de los mejores del mundo. Ya nadie se acuerda de quienes amparados en sus cargos políticos exigían que los juegos no se desarrollaran aquí porque era un gasto inútil. Esos mismos la noche de la inauguración batían palmas y se tomaban selfies para perennizar el momento. Pero felizmente esos fueron los pocos, la mayoría que ha trabajado para que la ceremonia de la que todos hablan se convirtiera en una realidad merecen todas las palmas por su labor silenciosa pero efectiva. Don Carlos Neuhaus, encargado de manejar toda esa maquinaria que hoy se llama Panamericanos Lima 2019, fue el hombre clave y en el caso de la ceremonia de apertura, Francisco Negrín, director creativo que trabajó al lado de Vania Masias, Lucho Quequezana, Pepe Corzo, entre otros profesionales. Pero hay miles de voluntarios que aceptaron trabajar durante meses sin recibir un sol simplemente por el amor a su país que también merecen todo el reconocimiento. Jóvenes, adultos, que no escatimaron sus horas libres para estar pendientes de los ensayos, pruebas de vestuario, desplazamientos, cantos, bailes, ejecución de instrumentos, a ellos todo el homenaje. Camino al Bicentenario a trabajar juntos por el bien común, se puede, los Panamericanos son una muestra.