En el Perú, la cuota para consumo humano de anchoveta es de 150 mil TM al año; cuota que es asignada exclusivamente a la flota artesanal y de menor escala. Sin embargo, ello que debería ser destinado a la alimentación de los peruanos no se encuentra en los terminales pesqueros ni en los mercados, los cuales deberían estar abarrotados de anchoveta, ya sea en su presentación fresca o conservas.

Por tanto, la pregunta que se cae de madura es ¿a dónde van a parar estas 150 mil TM de anchoveta? La respuesta es un secreto a voces: a la producción de harina ilegal y para muestra un botón. Revisando el cuadro de exportaciones de anchoveta fresca refrigerada a Ecuador, notamos que éstas se han incrementado 14 veces en los últimos 3 años. En efecto, mientras que en el 2019 solo se enviaban 921 TM vía terrestre, en el 2022 fueron casi 13 mil TM.

Es más, en Piura y en plena veda, dentro de las 5 millas decenas de embarcaciones de menor escala vienen pescando anchoveta sin respetar las tallas mínimas, tal como lo denunció recientemente un importante dirigente de la Ley 26920. Así, la anchoveta es llevada al Ecuador por decenas de cámaras frigoríficas para convertirla en harina en nuestro vecino del norte.

Ello, debería llamar la atención de nuestras autoridades encargadas de la fiscalización, toda vez que aparentemente se ha creado una nueva forma de desvío de la anchoveta que se suma a las ya existentes, disfrazada para el consumo humano pero que en el fondo sería destinada a otros países para convertirla en harina de pescado, constituyendo a todas luces una competencia desleal contra el Perú.

Por tanto, urge fortalecer los mecanismos de control y fiscalización para evitar que continúe el uso inadecuado de la anchoveta peruana para consumo humano permitiendo que se desvíe para otros fines que no es, precisamente, la alimentación de la población. Que no le sigan sacando la vuelta al Perú.

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