Los bolivianos han dado un histórico giro a la derecha al hacer con sus votos y en democracia, que los candidatos presidenciales Rodrigo Paz y Jorge Quiroga, ambos de derecha y severos críticos del “socialismo del siglo XXI” que ha gobernado por casi 20 años en el país altiplánico de la nefasta mano de Evo Morales y Luis Arce, pasen a la segunda y de paso sepulten a la izquierda que ha recibido una pateadura al haber perdido, también, el manejo del Congreso.

Nuestros vecinos se hartaron del sinvergüenza y fracasado de Morales, el que con su pose de “campesino pobrecito” que solo se creían los de la izquierda latinoamericana, se había adueñado del país para quebrar el equilibrio de poderes, a fin de mantenerse eternamente en el mando y tratar de salvarse de graves acusaciones de pedofilia que pesan en su contra. Por estos días, este quemallantas y agitador profesional había llamado a viciar el voto, pero pocos le han hecho caso. Ojalá pronto responda ante la justicia. Tras las elecciones del domingo último, todo esto llega a su fin, y también el viejo cuento de que “el modelo boliviano” –al que incluso la izquierda peruana presentaba como una alternativa “viable” a diferencia de lo que sucede en Cuba y Venezuela–, había traído bienestar en el altiplano. La mejor muestra de eso es que el partido de Morales y de Arce han quedado por las patas de los caballos. Ya nadie los quiere. Se acabó la farsa de la “justicia social” y la “lucha de clases”, que ha empobrecido más a ese país.

Es de esperarse que en la sierra sur del Perú, esos compatriotas que suelen votar por la izquierda y que admiran a Morales, vean en qué han acabado 20 años de “socialismo del siglo XXI” y que se den cuenta que cada vez más bolivianos entran a nuestro país para buscar soles, hacer negocios y mover su economía, porque del otro lado de la frontera todo ha colapsado, al extremo que pese a las ricas reservas de combustible que poseen, no hay ni cómo llenar el tanque del auto para salir a trabajar.

Gane quien gane la segunda vuelta en Bolivia, sin duda hará mejor las cosas que Morales y Arce. Sin embargo, deberá ir con cuidado, pues está claro que el derrotado cocalero no se va a quedar de brazos cruzados. Tratará de sabotear al nuevo gobierno con sus turbas expertas en tomar carreteras, tirar piedras y generar al caos, al amparo internacional de los Petro, los Sheinbaum y otros de su cofradía. Sí, este impresentable es el mismo que la izquierda peruana se afana por mostrar como un “demócrata” y un ejemplo a seguir.