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El pedido de licencia partidaria de Daniel Salaverry Villa para mantener la independencia del Congreso de la República requiere una interpretación política. Por eso, es inevitable hablar de una implosión de Fuerza Popular. Las preguntas son: ¿por qué ahora?, ¿cuál es el interés de que se note su distanciamiento?, ¿qué hay detrás?

Salaverry lleva conduciendo desde julio la Mesa Directiva del Legislativo en representación de Fuerza Popular, aunque no siempre ha comulgado con el razonamiento naranja. Como aquella vez en que instó a los congresistas a votar mejor para que César Hinostroza sea procesado como miembro de una organización criminal, cuando la Comisión Permanente había decidido lo contrario.

¿Hay un real alejamiento de Salaverry del fujimorismo? Difícil. Si el presidente del Congreso hubiera querido mantener la independencia de la institución por encima del interés partidario o de Keiko Fujimori, entonces no habría esperado cuatro meses para proponerlo.

Además, es público que Salaverry obedece directamente a Keiko Fujimori y no a la vocera de la agrupación Úrsula Letona, con quien sí hay un distanciamiento político.

En algunas oportunidades, el titular del Parlamento ha dado muestras de un manejo independiente. Pero, luego de la revelación de las conversaciones privadas esto se vino abajo: Keiko sigue ordenando y es quien mueve las fichas del Congreso.

Es notorio el cortocircuito con Letona, figura joven de Fuerza Popular que por su posición de vocera sería quien le suceda en el cargo, siempre y cuando la naranja no expire antes. Tal vez no sea el primer encontronazo.

En política nunca se da un paso sin pensar en los siguientes tres. Por eso, considero que el presidente del Congreso -a lo mucho- quiere distanciarse de la bancada naranja, mas no de Keiko Fujimori. Por lo tanto, la Mesa Directiva seguirá asegurada en manos de Fuerza Popular.