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Lunes 3 de setiembre del 2018, once de la mañana. El área de emergencia del Hospital Edgardo Rebagliati Martins, el más importante de la red de EsSalud, muestra un serio problema: tiene a decenas de personas en la sala de espera pendientes de atención. Algunas, ciertamente, aguardan resultados de exámenes, pero no lo hacen en las camillas de las salas especializadas, sino en el área de espera común, mezcladas con sus familiares. Algunas tienen cólicos o dolores muy agudos, otras contusiones muy severas, y hay quienes soportan arcadas y convulsiones pero tienen que esperar allí, en sillas incómodas, con el suero en la pared, entumecidos por el dolor, la preocupación y la indiferencia. Según el triaje, una suerte de escala que califica la gravedad de la dolencia, el paciente debe esperar allí porque es del grupo de los que están en mejor situación. Si alguien reclama, protesta o pregunta, la palabra que aflora es colapso. La jefa del servicio te dice que por una serie de razones -es lunes, se viene de un feriado largo, etc.- el servicio ha sufrido un colapso, el médico te dice colapso, la técnica replica colapso y el vigilante certifica colapso. Algunos, los que tienen 2 o 3 horas perdidas en vano, se van. La pregunta es obvia: ¿quién es el responsable de esto? El presidente Vizcarra debería hacer una visita inopinada al servicio. Los congresistas por Lima de seis bancadas, ¿fueron alguna vez allí en su semana de representación? ¿Fueron Miki Torres, Mulder o Glave? ¿Fueron Gino Costa o Lombardi, tan desesperados por la reforma política? Porque si a alguna conclusión podemos llegar es que esta sí es una verdadera emergencia.