Motos, mototaxis, bicicletas y escúters transitando por Lima Metropolitana, incumpliendo las reglas de tránsito, convierten al imperio de la ley en un saludo a la bandera ajena revelando la pobreza de valores de nuestra sociedad. También lo han evidenciado algunos funcionarios que –pese a haber recibido el respaldo en las urnas– implementaron políticas públicas sólo en “el papel” o “para la foto”, haciendo que los problemas del Perú crezcan, cual bola de nieve, afectando la seguridad y el desarrollo, obviando los intereses nacionales.

El saludo a la bandera ajena, es sinónimo de una simulación de respeto cuando realmente expresa desprecio, como aquel mostrado a la enseña invasora durante el periodo de cautiverio de la heroica Tacna. La bandera nacional es uno de los símbolos patrios que debe admirarse con veneración, por lo que es incorrecto usar la frase –sin emplear el vocablo “ajena”– cuando se desee denotar menosprecio antes que amor.

El récord de mandatarios sentenciados, aunque demuestra efectividad en la justicia, no es motivo de orgullo y exige que los peruanos valoremos nuestra participación en las elecciones generales ¿Será su voto un saludo a la bandera ajena? Muchos dirán: “no tengo tiempo de estudiar las propuestas”, “son muchos candidatos”, “me da igual” o “ninguno me beneficia”.

En las actuales circunstancias de crisis, los peruanos estamos obligados a emular a los héroes de ayer, repitiendo la victoria de aquel 27 de noviembre de 1879, cuando –en Tarapacá– valerosos soldados obtuvieron un inobjetable triunfo aún sin contar con los medios suficientes. No hay excusa para votar mal. Hagamos que el sufragio sea un verdadero saludo a la bandera y que no sea uno de repudio al futuro de nuestros hijos.

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