Las coincidencias son obra y voluntad de Dios decía Santa Teresa de Calcuta. Un día como hoy, el 12 de marzo de 1622, fue canonizado San Ignacio de Loyola - SIL (1491-1556) –su nombre de pila: Iñigo López de Recalde-, el fundador de la histórica Compañía de Jesús (Roma, 1534), y en este mismo día de 2010, fallece en Lima, el Padre Juan Julio Wicht, S.J. (1932-2010), extraordinario sacerdote jesuita que remeció al Perú y al mundo entero, cuando hallándose en la condición de rehén en el asalto terrorista de la embajada de Japón en Lima (1996), dio una completa lección de amor por los demás, al mirar fijamente a Néstor Cerpa Cartolini (1953-1997) y en tono grave, firme y decidido, lo inquiere dos veces diciéndole ¿Puedo quedarme? y el cabecilla del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), totalmente desconcertado y vencido por la convicción del valiente sacerdote, solo atinó a responderle en su derrota: “Usted puede irse cuando así lo desee”, aceptando su voluntario cautiverio. La Compañía de Jesús es, históricamente, la mayor Orden religiosa masculina católica en el mundo, cuya influyente actividad se ha extendido exitosamente a los campos educativo, social, intelectual, misionero, etc. De hecho, el Padre JJW, que formó parte en vida de su ejército de consagrados, ha sido uno de los más reconocidos economistas del Perú, llegando a ocupar altos cargos académicos -fue decano de la Facultad de Economía de la Universidad del Pacífico y director de su Centro de Investigación-, y ungido con creces por su aporte intelectual y ejemplo de vida, yace en la condición de figura emblemática en esta universidad que lo ha perpetuado al decidir que el auditorio principal lleve su nombre. SIL se dedicó a la oración, los ayunos y las penitencias como contemplación de la vida de Cristo, una práctica que JJW contagió entre sus hermanos retenidos y los terroristas pues cada domingo del cautiverio celebraba misa para todos. Conocí al P. JJW por mi confesor, el eminente historiador, P. Armando Nieto Vélez S.J., (1931-2017). Como SIL, que no tuvo miedo al quedar malherido en la batalla de Pamplona (1519) contra las tropas francesas, la valentía con notable carga de amor de JJW ante la horda terrorista, fue su mayor legado.