Todo parece indicar que Olaf Scholz, el candidato del partido Socialdemócrata – SPD, que obtuvo el 26% de los votos, será investido como nuevo canciller de Alemania, el cargo de gobierno más importante de la nación teutona que otrora tuvieron el emblemático Konrad Adenauer, Helmut Kohl y por supuesto, Angela Merkel, a quien sucedería si todo sigue el decurso de las últimas horas.

En efecto, Scholz deberá ser confirmado en breve por la Bundestag (Parlamento alemán), donde le ha tomado casi dos meses conseguir por negociaciones políticas su nueva e inminente más alta posición en el país. Recordemos de que durante el proceso electoral del pasado domingo 26 de setiembre, a Scholz lo siguió en la votación, Armin Laschet, de la Unión Cristianodemócrata - CDU, el partido de Merkel, que fue en coalición con la Unión Socialcristiana - CSU, obteniendo el 24% y con ellos, Annalena Baerbock de Los Verdes, que llegó al 15% -uno de los aliados para lograr la membresía política- y un poco más abajo, Christian Lindner del partido Liberal con 11%, cerrando pegado a éstos la ultraderechista Alternativa para Alemania - FDP con otros 11% y, finalmente, la izquierda radical con 5%.

La pugna surgida inmediatamente después de las elecciones entre Scholz y Laschet, ha quedado despejada. En Alemania hay que conseguir por lo menos el 50% de los votos para formar gobierno. Recordemos que fueron llamados a las urnas unos 60,4 millones de sus ciudadanos que votaron a los nuevos diputados -unos 730- que forman ahora la Bundestag o Cámara baja o parlamento teutón, para los próximos 4 años. Durante los casi sesenta días transcurridos Scholz debió batirse en titánicos convencimientos entre los diputados dado que éstos son los que eligen al cargo político más visible e importante del país pues el canciller es el jefe de Gobierno. Conviene precisar que en Alemania existe el sistema parlamentario de gobierno y eso explica, de un lado, que el canciller sea fruto de la decisión en la Bundestag y, de otro, que por contar el mencionado sistema parlamentario, la figura del jefe de Estado es prácticamente simbólica, lo que no pasa en los países con sistemas o regímenes presidencialistas o semipresidencialistas, como es el caso del Perú en que lo es el presidente de la República. Scholz está a la espera de su ratificación.