En medio del agitado y trascendental momento político que el país está atravesando, ha pasado casi desapercibido un importante hecho que marca, aunque tímidamente, la reactivación del ambiente cultural y del espectáculo, un sector que por más de un año se ha visto prácticamente colapsado debido a la actual pandemia.

Ayer, en el teatro Alianza Francesa, finalizó una corta temporada de funciones presenciales de la obra “El señor Armand, alias Garrincha”, protagonizada por el actor nacional Miguel Iza. Con aforo reducido, como marcan los protocolos y los cuidados sanitarios exigidos, el público acudió a la sala demostrando a los productores que, haciendo números y cálculos, puede ser rentable un montaje teatral a pesar de la crisis. Pero dejemos los escenarios teatrales y vayamos al ambiente musical.

Hace algunas semanas, en un amplio local en Pueblo Libre, el popular y emblemático grupo Río ofreció con éxito un concierto íntimo para sus seguidores, también con la capacidad limitada y el distanciamiento requerido entre los asistentes para evitar contagios. Teatro y música hermanados en tiempos difíciles y que reafirman que se pueden organizar espectáculos con el respeto escrupuloso de lo que se exige para cuidar la salud del público.

Ante estos ejemplos palpables que ya se pueden presentar eventos artísticos, no es gratuito entonces, que integrantes de la hoy alicaída industria del entretenimiento, estén exigiendo a las autoridades aumenten el aforo exigido para teatros y espectáculos al aire libre, tomando en cuenta que las recientes manifestaciones y mítines en favor de candidatos a la presidencia han echado por tierra cualquier recomendación sanitaria.

Mientras actores, cantantes, productores, empresarios y técnicos, la están pasando mal, sin trabajo, ni ingresos, porque se les restringe el aforo a sus espectáculos, las calles y las plazas se llenan de gente, sin ningún cuidado extremo para la salud, que sí se exige para los eventos en salas cerradas y locales abiertos. Un replanteamiento de aforos cae por su propio peso y serviría para que el sector de las artes escénicas y del entretenimiento salgan de una situación crítica. A pensarlo.