Bienvenidos a un episodio de Black Mirror, era la frase que el mundo esperaba después de que empezaron a salir los primeros reportes de los fondos de USAID. Lamentablemente no estamos en una serie de Netflix sino en la vida real y los datos que conocemos, gracias al trabajo de Elon Musk y la voluntad política de Donald Trump. Esto parecen sacados de una película de ciencia ficción.
USAID fue creada después de la II Guerra Mundial para promover la cooperación para el desarrollo entre EE.UU. y el resto de países aliados. En época de guerra fría, los comunistas soviéticos también tenían sus propias formas de cooperación internacional. Pero en los años 90’s, tras la caída del Muro de Berlín, la Agencia USAID fue poco a poco infiltrada y tomada por un grupo político e ideológico nacido del marxismo: el llamado progresismo o conocido actualmente como wokismo. Su lucha neomarxista ya no eran las “clases sociales” sino el género, la raza o la religión. Así querían volver a acrecentar las contradicciones y lograr lo que no pudieron antes.
Hoy sabemos que USAID fue el financista global de la ideología woke y despilfarró millones de dólares de los contribuyentes norteamericanos en imponerla. Algunos ejemplos: $43 millones a un grifo en Afganistán sin usuarios, $4 millones para derechos LGTBQ en Serbia y $5 millones para Uganda, $17 millones para “inclusión LGTBQ” en Vietnam, $8 millones para que periodistas en Sri Lanka escriban de forma “no binaria”. La lista sigue y seguiremos haciéndola pública.