El presidente Martín Vizcarra se propuso abordar de manera vertical el tema de las clínicas privadas. Sin embargo, la solución no se encontró por esa vía sino por un sistema de acuerdo y consenso entre el Estado y la empresa privada. La lección es que si existían vacíos y diferencias entre ambos, se debió persistir en el diálogo y no en actitudes precipitadas, las que algunos llamaron “innecesarias interferencias del jefe de Estado”.

Cuando la solución al problema de la atención a pacientes con COVID-19 en las clínicas privadas parecía hallarse, lamentablemente, muy distante, todo se arregló. El Gobierno y las clínicas privadas acordaron un monto flat para internar a los enfermos por coronavirus. Felizmente cada postura estuvo en el marco de lo negociable y al llegar a un acuerdo, todo hace suponer que el acceso a la salud en nuestro país tarea pendiente, tal como lo expresó el ministro de Salud, Víctor Zamora, es resolver el caso del fuerte endeudamiento de las personas que acudieron a una clínica para salvarles la vida a sus familiares. Con todo esto que sucede en el país por la pandemia, no es tan difícil comprender que si queremos un buen sistema de salud hay que fortalecerlo y eso requiere destinar recursos, no solo para infraestructura sino también para recursos humanos.

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