Y Mercedes Aráoz obtuvo el voto de confianza. Y es que no podía ser de otra manera. Los padres de la patria, con Fuerza Popular a la cabeza, ya se habían bajado al gabinete de Fernando Zavala y no estaban dispuestos a despegarse de su curul, es decir de la mamadera, con un automático cierre del Congreso a manos del presidente Kuczynski.

Escrito está que la democracia es el menos malo de los sistemas políticos. Por eso mismo, sin chistar, los peruanos estamos obligados a digerir que el Parlamento, una de las instituciones más devaluadas frente a los ojos de la población, sea el encargado de darle el visto bueno al Consejo de Ministros, el cogollo del Ejecutivo.

Lo cierto es que Mercedes Aráoz ya tiene la luz verde que le apagaron a Fernando Zavala, y esta podría iluminar, incluso, un nuevo pedido de facultades legislativas en temas relacionados con la economía, defensa (prevención ante desastres naturales) y acceso a la OCDE.

El consenso indica que la Premier tuvo una solvente exposición en el pleno del Legislativo y nos parece, además, que cultiva el prurito de imponer un estilo pegado a la acción y alejado de los escritorios para -de alguna manera- balancear la parsimonia del Mandatario. “Los ministros debemos estar en el campo, en la calle, en la cancha”, expresó, y el eco de su voz buscaba a su antecesor.

A veces provoca pedir que las aguas entre el Gobierno y la oposición imperante en el Legislativo se calmen, pero luego recuerdo que la lideresa “naranja” acusó recientemente a Kuczynski de conocer a Barata y a Odebrecht desde la gestión de Toledo… y entonces se me pasa.

Solo nos queda cantarle a Mechita, en nombre de creyentes e incrédulos: “Por eso te ruego, no me hagas sufrir más”.