Si la misión de la OEA va a trabajar con independencia y objetividad durante las horas que pase en el Perú, tiene que darse cuenta del descarado intento de cierre del Congreso –lo que en realidad es un golpe de Estado–, que viene tramando el Poder Ejecutivo de la mano de ese personaje nefasto llamado Aníbal Torres, quien en su momento, junto a sus ministros, tendría que responder ante la justicia en caso que concreten sus intenciones.

Irónicamente, cuando Castillo y sus ministros fueron a llorarle a la OEA, salieron con el argumento de que en el Perú se estaba dando un “golpe de Estado” contra el Poder Ejecutivo, cuando la realidad es otra. Esta desesperación del gobierno por presentar cuestión de confianza por cualquier cosa es eso: un burdo libreto para cerrar el Congreso, y buscar que se elija a otro que también se encargue de elaborar una Carta Magna a medida.

Los señores de la OEA deberían darse el trabajo de ir más atrás y analizar el “ideario” de Perú Libre, el partido por el que fue elegido Castillo. En ese texto se dice claramente que de ganar las elecciones –como sucedió para desgracia del Perú–, lo que harán será patear la democracia e instaurar una dictadura impresentable sin equilibrio de poderes ni libertares básicas. Lo de la cuestión de confianza es solo un camino “algo elegante” para sus oscuros fines.

Castillo se queja y lamenta en las plazas públicas diciendo que sus rivales lo acusan de “comunista” y hasta de “terroristas”. Pero ¿qué quiere? ¿No ha leído lo que propone el partido por el que salió elegido? Y sobre lo de senderista, ¿quién lo manda a hacer huelgas con el Movadef?, ¿quién lo obliga a irse a Bolivia a compartir estrado con asesinos evadidos de la justicia peruana? El profesor Castillo de víctima ni tiene un pelo.

En verdad es poco lo que se puede esperar de la OEA. Sin embargo, bastante haría con no dejarse sorprender con el cuento del golpe de Estado denunciado por Castillo, cuando la cosa es al revés, cuando el libreto ya venía escrito desde la campaña, cuando el presidente es un agitador profesional que no cree en la democracia y que al verse cerca de la cárcel por sus nexos con la corrupción, parece dispuesto a cualquier cosa.

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