Por fin, a más de dos años de cometido el flagrante delito, el expresidente Pedro Castillo será sentado en el banquillo para que responda por el golpe de Estado que dio al mediodía del 7 de diciembre de 2022, cuando pretendió cerrar el Congreso, adueñarse del sistema de justicia en su totalidad y convocar a una asamblea constituyente, todo al margen de la ley, todo simplemente porque este sujeto y su camarilla estaban cercados ante los actos de corrupción que brotaban de Palacio de Gobierno y los ministerios.
El proceso y la sentencia condenatoria que sin duda va a salir de este proceso contra Castillo y su camarilla golpista, va a fijar un precedente muy importante que debería ser tomado en cuenta por cualquiera que más adelante pretenda romper el orden constitucional e imponerse como un dictador. En el Perú jamás debería existir espacio para esta clase de personajes nefastos que llegan como “iluminados”, y terminan atornillados en el poder a través de un cambio de Constitución y eternas reelecciones.
El gran problema de este juicio oral es que desde el 4 de marzo próximo, los peruanos vamos a tener que soportar el discurso huachafo y sensiblero de Castillo, el que aún sueña con que es presidente cuando no más que un recluso; el que nos va a salir con que está preso porque es campesino, maestro rural, rondero y pobre, o porque “huele a pueblo”; el que nos quiere hacer creer que fue objeto de un golpe de Estado de parte del Congreso, las Fuerzas Armadas, la prensa y los “grupos de poder”.
Con algo parecido trataran de salir Betssy Chávez y Aníbal Torres, el que decía que correrían ríos de sangre sí caía Castillo. Ambos tienen mucho que explicar sobre su participación en los sucesos protagonizados por su jefe, pues es evidente que el exmandatario es una persona sumamente limitada que jamás hubiera podido ni redactar su mamarracho de proclama golpista que en menos de una hora lo llevó a ser detenido mientras escapaba a esconderse en la Embajada de México.
A falta de argumentos legales para tratar de librarse de los largos años de cárcel que sin duda le esperan, Castillo va a poner su cara de pobrecito, como para que nos olvidemos de su intento de cometer detenciones arbitrarias luego de romper el orden constitucional, de su pasado próximo a los criminales de Sendero Luminoso y de las escandalosas raterías por las que tendrá que responder más adelante y que, con toda seguridad, implicarán otra sanción penal. Estemos preparados para el show.