Ministros de Estado, funcionario del gobierno central, de los gobiernos regionales y locales. Autoridades, familiares, amigos, compañeros de trabajo. Muchos empiezan a contraer el COVID-19, dan positivo y con esto se confirma que estamos ingresando a una etapa difícil, otra vez, dentro de la pandemia. Pero algo bueno hay dentro de todo lo malo. Y esto es que la gran mayoría está experimentando síntomas leves, muy similares a los de una gripe o resfrío, y esto en virtud a las vacunas. Sí, las vacunas funcionan, contrariamente a lo que sostienen ciertos grupúsculos en sus discursos anticiencia.

Ayer justamente recibí la llamada de una querida amiga mía, que trabaja en Lima. Ella estaba muy mortificada porque su madre había dado positivo a COVID-19, y lo peor del caso, es que la madre no cuenta con ninguna dosis de vacuna porque no cree en ellas. Hasta ahora, afortunadamente, la madre, que vive en Trujillo, tiene síntomas controlables, si bien está aislada y con los cuidados correspondiente. Es que, como le indiqué a esta amiga mía -con ánimos de tranquilizarla, pero dándole un argumento real-, el hecho de que el resto sí estemos vacunados hace que aun si una persona sin vacuna se contagie, le llegue con poca carga viral, lo cual hace más difícil que el coronavirus afecte y haga enfermar de gravedad al paciente. Eso, claro, salvo situaciones de excepción, como las situaciones y condiciones de vulnerabilidad.

Y a diferencia de hace dos años, hoy tenemos más conocimiento de cómo actúa el virus, y eso nos hace tener mejor margen de maniobra para actuar. Por supuesto que la vacuna es indispensable, pues como ha quedado demostrado reduce notablemente la capacidad del virus para hacernos daño.  Y ahora que la vacuna estará disponible para los menores de edad, que los padres se preocupen por inmunizar a los suyos. Así protegemos a los pequeños y al resto, a los adultos. Esta vez sí podemos pasar el temporal con resultados mucho mejores.