La seguridad de los niños en las escuelas debería ser una prioridad incuestionable. Sin embargo, en muchos casos, este tema queda relegado frente a otras urgencias administrativas. ¿Qué tan preparadas están nuestras instituciones para proteger a los estudiantes de riesgos físicos, emocionales y sociales?

En cuanto a los riesgos físicos, desde instalaciones en mal estado hasta protocolos insuficientes frente a emergencias, muchas escuelas carecen de un plan integral. ¿Se realizan simulacros periódicos para incendios o sismos? ¿Están señalizadas las rutas de evacuación? Estas preguntas, en muchos casos, no tienen respuestas claras.

Por otro lado, los riesgos emocionales y sociales también exigen atención. El bullying, el acoso escolar y los problemas derivados del uso de redes sociales evidencian la necesidad de estrategias que incluyan a estudiantes, profesores y padres. La seguridad no es solo física; proteger la salud mental de los niños es igual de importante. ¿Qué podemos hacer?

1. Auditorías de seguridad: Evaluaciones regulares para identificar riesgos en infraestructura y procedimientos.

2. Protocolos claros y simulacros: Toda la comunidad escolar debe participar activamente en entrenamientos.

3. Prevención psicosocial: Equipos interdisciplinarios que trabajen en riesgos emocionales.

4. Fomento de autocuidado: Enseñar a los niños a responder en emergencias desde temprana edad.

Proteger a los estudiantes no es un lujo, es una responsabilidad fundamental. Las instituciones educativas tienen en sus manos la misión de garantizar un entorno seguro y saludable donde los niños puedan desarrollarse plenamente. Es hora de dar a la seguridad escolar la importancia que merece.