El Perú no se comprende sin la huella profunda de la Iglesia Católica. El catolicismo ha forjado el alma nacional y las raíces de la peruanidad están fundadas en el cristianismo. Esto no es un hecho del pasado. La obra de la Iglesia se extiende hasta el presente, modela lo que nos sucede en la actualidad y es la única garantía del porvenir.

El libro del cardenal Juan Luis Cipriani es un ejemplo patente de este cristianismo peruanista porque encarna eso que Víctor Andrés Belaunde llamó, con tanto acierto, “patriotismo funcional”. Semillas es el libro de una peruanidad operativa que se plasma en la gran apuesta por la unidad. La obra de la Iglesia peruana es una obra de unidad. Una obra de síntesis, solidaridad e integración trascendente. El cristianismo une lo que las ideologías desunen y por encima de los partidos que polarizan y fomentan el odio está la caridad que promueve la Iglesia. El libro de Cipriani sigue este derrotero de fe en el Perú. Cada uno de los sermones que recoge refleja esa gran tarea de unidad (consumati in unum) que ha caracterizado a Cipriani desde que conduce el rebaño de la Iglesia peruana. Y así lo han entendido los líderes políticos que comentan la obra, que coinciden en la importancia fundamental de la voz de un Cardenal que nunca se ha cansado de pedir por la unidad de todos los peruanos.

En medio de una campaña en la que los profetas del odio esparcen su veneno viscoso de división radical y cainismo político, la voz de la Iglesia, que es la voz del Cardenal, se oye fuerte y clara en el llamado a la unidad. Necesitamos este llamado. En medio de la turbulencia de unas elecciones tan sucias como maniqueas, he aquí un mensaje claro que todos los peruanos debemos escuchar.