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Julio Gartner tiene actualmente 94 años, es polaco e hijo de judíos pero vive en Brasil, país desde el que busca transmitir un testimonio que bien le puede servir al Perú. Gartner pasó por cinco campos de concentración de la Alemania nazi desde los 15 años, sobrevivió de milagro, pero sus padres perecieron en las inmisericordes cámaras de gas y en los abyectos crematorios. Sin duda, en estos tiempos la humanidad aún se conmueve ante las decenas de hallazgos, historias y atrocidades del que es considerado el genocidio más cruel de todos los tiempos. Nunca hubo nada peor y no lo habrá, salvo que en ese intento perezca el planeta. No obstante, pese a haberlo vivido y ser una víctima directa de este salvajismo, Gartner adoctrina al mundo sobre lo que es su forma de ver la vida: “Olvidar es imposible porque vi todos los horrores. Pero tengo que ver lo bueno, ver para adelante... Tener una rabia eterna no lleva a ningún lado”. El indulto a Alberto Fujimori sigue enfrentando al país en dos bandos irreconciliables, y tras última marcha se organiza una nueva. Las ONG buscan que la Corte IDH anule la decisión presidencial -que la Constitución faculta sin restricciones- y sin duda se agotará aquí la instancia del TC. ¿Hasta cuándo el país seguirá pendiente y paralizado por una causa perdida? ¿Insistiremos en las acciones, el debate y la confrontación frente a un Estado que se desdibuja por su anomia, que se pierde en la futilidad y que posterga indefinidamente las urgencias de los que no tienen el acceso elemental al agua, la educación o la salud solo por concentrarse en el debate político? Nadie pide que se olvide lo que no se debe olvidar, pero sí silenciar los gritos de guerra, enterrar la rebelión y reconocer como Gartner que “si mi vida va a alimentarse solo de la rabia, del revanchismo, no voy a vivir”.