En la madrugada de ayer el Ministerio Público ha realizado uno de sus ya casi habituales allanamientos en compañía de la Policía Nacional, esta vez contra miembros de la presunta red de corrupción que encabezaría la exfiscal de la Nación, Patricia Benavides, lo que incluyó la intervención a la casa del periodista Juan Carlos Tafur, a quien le han incautado computadoras y celulares, lo que ha llevado al hombre de prensa a afirmar que se trata de una venganza de la fiscal Marita Barreto.

El problema es que en lo personal, ya no creo en lo que haga el actual Ministerio Público. Es una institución muy venida a menos que no ofrece garantías de profesionalismo ni idoneidad, pero sí de politización, parcialización, persecución a los rivales, protección a los amigos y pugnas internas entre las facciones que allí operan, por lo que reitero la necesidad de refundar ese ente del sistema de justicia, comenzando por la salida sin posibilidad de retorno de todas las personas que son parte de su deterioro.

Qué garantía puede ofrecer un Ministerio Público donde Pablo Sánchez, Juan Carlos Villena, Rafael Vela, Domingo Pérez, Pablo Sánchez o la misma Patricia Benavides, aunque esta última por ahora suspendida, siguen siendo parte de esta institución perforada por los intereses políticos y personales de gente que tendría que salir para dar paso a caras nuevas que permitan lavarle la cara una entidad que no puede ni meter a la cárcel a corruptos de alto perfil que han admitido públicamente sus delitos.

Otro problema es que la Junta Nacional de Justicia (JNJ), la llamada a investigar y sacar a malos elementos del sistema de justicia, tampoco ofrece garantías de un buen trabajo, más aún si tiene miembros en funciones al amparo de dudosas resoluciones del Poder Judicial que en su momento tendrían que ser dejadas sin efecto. Sin duda la salida que se necesita para la actual situación del Ministerio Público está entrampada y no se ve luz al final del oscuro túnel.

La crisis actual del Ministerio Público solo es comparable con la que se vivió en los nefastos años de Blanca Nélida Colán, cuando la institución llamada a perseguir el delito servía de sucursal del putrefacto Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) gobernado por Vladimiro Montesinos. A los que en estas época son responsable de la crisis y aún se creen con poder eterno vean cómo acabaron los protagonistas de lo sucedido en esos tiempos que pensamos que eran cosa del pasado.

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