El Perú,  a lo largo de su historia Republicana, ha fluctuado cíclicamente entre el auge y el deterioro de su economía. Experimentamos etapas sostenidas de crecimiento económico mediante la explotación de recursos naturales como el guano, el salitre, la caña de azúcar, algodón, la harina de pescado y la minería,  que se interrumpieron, entre otras razones, por la Guerra del Pacífico, el crack del año 1929, la caída de precios de los años 70 del siglo pasado, el terrorismo y la crisis del 2008 (burbuja inmobiliaria), hasta la actual coyuntura de pandemia.

La situación actual es compleja, sin una perspectiva cercana de solución, debido a distintos factores como ausencia de liderazgo, carencia de medidas efectivas del gobierno, más preocupado en salvar su imagen que a nuestros compatriotas, y porque estamos ingresando al último año de una gestión inestable, en medio de un año electoral atípico.

El populismo gubernamental soberbio y obsesionado con las encuestas, y el mismo legislativo, en disputa por popularidad, salvo excepciones, contribuyen a retrasar cualquier buena intención. Consecuencia de ello es el descalabro de nuestra economía que, de ser una de las más estables y con mayor auge en la región, pasó a ser la peor en crecimiento económico. Además, somos los primeros en el mundo en mortalidad provocada por el coronavirus.

La situación descrita es tan mala como el aprovechamiento político de quienes lo atribuyen al modelo económico de la Constitución, exacerbando así las contradicciones, lo cual encierra una paradoja que los delirios de quienes asumen esa postura, no advierten. Mientras más controles y restricciones estatales se presentan, los resultados son negativos y actualmente los sufrimos. La falta de inversión privada, más controles y restricciones, hacen una combinación nociva para el desarrollo.

Toda adversidad es superable, la historia lo demuestra. Hoy no hay margen para el error. No se puede dejar la conducción del país en manos de la farándula política, renegados sociales o improvisados. La ciudadanía debe involucrarse en temas políticos, e investigar programas y propuestas. Es una hora crucial para ir fijando posición entre la miseria o el desarrollo del país.