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UNO. En el “Hierón o de la Tiranía”, Jenofonte narra la visita del poeta Simónides al tirano Hierón. Jenofonte pone en boca del tirano los miedos que afectan a los que detentan el poder sin contrapeso: “Te diré todavía, Simónides, otra dura prueba por la que pasan los tiranos. Ellos conocen, igual de bien que los particulares, a los valerosos, sabios y justos. Pero en vez de admirarlos, los temen: a los valientes, por si osaran algo por mor de la libertad; a los sabios, por si tramaran algo; a los justos, por si la multitud deseara ser regida por ellos […] a los tiranos les gusta más hacer que los extranjeros sean más fuertes que los de la ciudad, y se valen de ellos como guardia de corps”.

DOS. Roto el orden constitucional con la “denegación fáctica”, se debe publicar el nombramiento del nuevo miembro del Tribunal Constitucional elegido democráticamente por el Congreso. El Congreso puede o no gozar de popularidad, pero el Estado de Derecho va más allá de las encuestas. Páginas enteras se han escrito sobre los golpes de Estado y si algo queda claro es que las instituciones que avalan el sistema dictatorial (públicas y privadas) se unen al golpismo. El Tribunal Constitucional debe aceptar el nombramiento del nuevo miembro elegido por el Congreso. De no respetarse la decisión soberana del Legislativo, el Tribunal se haría cómplice de la “denegación fáctica”, con todas las consecuencias jurídicas y políticas que ello conlleva, perdiendo así su legitimidad. Confiemos en que eso no suceda.

TRES. ¡Cuánta razón tenía Bolívar! Este es un país de “oro y esclavos”. Se enfurece en los tumultos y se humilla en las cadenas.