Mario Bryce, el candidato al Congreso de Solidaridad Nacional, acaba de asestarle el golpe más furibundo al partido que le dio cabida. Hasta antes del nauseabundo episodio del jabón, ayer ante Julio Arbizu, el grupo liderado por Rafael López de Aliaga se había convertido, al menos exponencialmente, en la alternativa más viable para la centro derecha desencantada de Fuerza Popular y avergonzada del Apra. Con el propio Aliaga y con Bartra presentándose en diversos medios de comunicación, con su estrategia de redes y sus esforzadas candidaturas individuales, se había esmerado en potenciar su mensaje como la opción más firme contra los grupos radicales de izquierda y contra la tibieza intrascendente, acomodaticia y pro oficialista del Partido Morado y sus afines de Todos por el Perú o el Frente Amplio. Encajonado en un espectro irreductible, conservador y por momentos fundamentalista, se aprestaba a convertirse en el outsider electoral que podría pelear la primera minoría en un Parlamento que asoma más fragmentado que todos los anteriores. Por eso sorprende el espumoso resbalón. Además, en este periodo, clave para el rush final, lo que menos necesitaba era rebajar su campaña a una agresión deleznable y gratuita ante un opositor electoralmente desamparado. Ahora tiene 19 días para tratar de que el burdo episodio se difumine en la intención electoral y pueda volver a arriar sus inflexibles banderas de lucha. Prever el escenario legislativo post 26 de enero sigue siendo una encrucijada pero tras el eclipse de SN avizoro a APP, a AP y a los morados pescando a río revuelto, y al fujimorismo reaccionando en los postrimerías, todos ellos rescatando del olvido el inefable voto provinciano. Habrá que esperar, igual, los últimos jabones y las caídas inesperadas de una campaña inédita en la política peruana.