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Es usual escuchar a quienes están involucrados en el ambiente televisivo la frase “solo el fútbol”, cada vez que mencionan esos récords de audiencia imbatibles que nadie puede enfrentar por más esfuerzo que hagan productores y canales de la competencia. Y es que el fútbol, mucho más cuando viste a la selección de rojiblanco, tiene ese mágico privilegio de convocar a millones que se convierten en hinchas sin límite de fervor y entusiasmo. Ese día del partido, los que nunca pudieron dejar las rivalidades se olvidan de colores y emblemas. A los que pasan por la vida metiendo cabe a medio mundo se les sale el lado más noble, mientras que aquel que te mira de reojo, te abraza sin previo aviso para que juntos compartan la alegría de un gol. Eso y más despierta el fútbol, pasiones, buenos sentimientos, alegría, y en el negocio de la televisión, rating pocas veces visto, como el que alcanzó el partido de Perú frente a Chile, que registró 62.5 puntos.

El resultado es contundente, esas cifras marcan la pauta en millonaria inversión publicitaria y generan una guerra entre ejecutivos de la pantalla chica para lograr los derechos de transmisión de los eventos de fútbol de categoría internacional. Pero dejemos el negocio para quienes saben, lo nuestro es la emoción, la alegría y también el sufrimiento, como es la vida misma y también el fútbol. Lo que importa es seguir a los muchachos a través de la pantalla chica, gritar con cada jugada, reclamar algo que no se hizo y convocar a las buenas vibras para un mejor resultado. Hoy en la final de la Copa América vale ponerle cada uno la emoción que le pertenezca y si escucha a Toño Vargas con su “amigos de la televisión deportiva de la patria”, no se haga mala sangre, es parte de la fiesta, es su estilo, su propuesta honesta, y recuerde que hay cosas más importantes como para hacer bilis. Tampoco merece que se le dé duro a un joven Jehofred Sulca, que está forjando su camino en el oficio de la narración deportiva y quiere que lo “electrocuten de fútbol” mientras le está contando la jugada. Hoy es un día de fiesta, de celebración, no cuenta ningún detalle que le quite la fanfarria al festejo. Hoy todos juntos frente al televisor haciendo fuerza por lo mismo, como debería ser para tener una patria más grande. Ojalá todos los días hubiera una final de la Copa América en la que todos nos olvidáramos lo que nos diferencia y tomáramos en cuenta lo que nos une. Ojalá nos diéramos un abrazo siempre y saltáramos de gozo por el triunfo de todos. Ojalá.