Días después de celebrarse los 100 años de la radio en el Perú, una de sus figuras más entrañables, Miguel Humberto Aguirre, decidió partir en silencio, sin esa estridencia tan frecuente hoy en los medios de comunicación, que premia al que más grita; al que busca el protagonismo antes que la noticia.

“Mihua”, como lo llamaban los cercanos y hasta los extraños, falleció a los 93, más de la mitad de esos gloriosos años los vivió en el Perú, país que lo acogió y en el que desarrolló su carrera, dejó huella y lo adoptó como suyo. RPP fue su casa, su camiseta, emisora en la que dicto cátedra, y desde la cabina, siempre reafirmó ese principio básico de la radio que no debe perderse: esa empatía que debe existir entre el conductor y el oyente, ese hilo conductor irrrompible que genera magía.

“Mihua”, con esa voz suave, sincera, fue el compañero de millones en nuestro país que encendían la radio cada vez que el horror, el desconcierto y el olor a muerte que provocaba el terrorismo nos dejaba en tinieblas. En ese estado de desesperación, Miguel Humberto, nos regalaba calma, era el puente salvador entre una madre al borde del llanto que pedía noticias de su hijo, y de un padre que apelaba a la radio para tranquilizar a su familia. “Lo único que sé hacer es radio, no sirvo ni para vender agua en el desierto, se me añeja”, decía en una entrevista el entrañable “Mihua”, que ennobleció un oficio y siempre estuvo dispuesto a compartir la experiencia de sus años a quien se acercara en busca de algún consejo.

Con la partida de Miguel Humberto Aguirre se empiezan a despedir esos comunicadores de una vieja escuela que, privilegiaban por encima de todo al oyente, a ese receptor que merece un vocabulario correcto y sobre todo una información certera. En tiempos de podcasts, en los que sus conductores creen estar capacitados para opinar de todo y en los que no existe filtro para las estupideces, esas “estrellas del internet”, deberían escuchar a los maestros de la comunicación que nunca pasarán de moda.

Las nuevas tecnologías siempre serán bienvenidas, hay que adaptarlas a nuestras vidas, pero no se debe olvidar que quien está detras de una radio, un celular o una computadora, merece el respeto absoluto. Que mejor ejemplo el de Miguel Humberto Aguirre , un hombre que nos deja un gran legado en el mundo de las comunicaciones, y sobre todo esa voz que cada vez que la escuchemos nos reafirmará que la radio siempre estará presente, más viva que nunca.