La campaña electoral comienza a calentar y es un hecho que uno de los caballitos de batalla de la izquierda castillista, chavista, filosenderista y jurásica va a ser el promover una asamblea constituyente para generar una Carta Magna de acuerdo a su interés supremo de entornillarse en el poder a través de sucesivas reelecciones y de campañas electorales basadas en el clientelismo y el populismo, financiados por una Caja Fiscal a la que podrán meterle la mano libremente sin los candados que hoy pone la Constitución de 1993.
Ellos no quieren otra Constitución sólo porque lleva la firma de Alberto Fujimori. Se la quieren traer abajo para no dejar jamás el poder como hizo y pretende hacer otra vez en Bolivia el impresentable de Evo Morales, su ídolo; o Nicolás Maduro con la Carta Magna hecha a la medida del chavismo, tan eterno como tiránico. La izquierda no va a llegar para irse en cinco años. Miren al nicaragüense Daniel Ortega, otro de sus referentes, quien tomó el poder por la vía de las urnas en 2006 y hasta ahora no piensa irse.
Pero para financiar campañas necesitan plata. ¿Y de dónde sale?, ¿de sus bolsillos? Imposible. Sale de las arcas públicas que hoy no puede tocar. Sale de acabar con la autonomía del Banco Central de Reserva (BCR) para “chocar” con las reservas a fin de regalar bonos y todo lo que se les ocurra. Sale de resucitar empresas públicas para inventarles empleos a los amigos, a fin de tener a todos contentos al momento de ir a votar una y otra por “el líder de la revolución peruana”.
No olvidemos que hace unos meses unos congresistas de izquierda generaron lástima e indignación al cuestionar a Julio Velarde, brillante presidente del BCR, por el hecho de que su institución, con las reservas que maneja y que sirven para mantener a nuestra economía como una de las más solidas de la región, no dé “préstamos” a los peruanos. No es broma. Eso dijeron, lo que nos permite ver cuáles son sus intenciones en caso de llegar al poder con el cuento de la “igualdad y la justicia social”.
Mucha atención con esos discursos que sin duda vamos a escuchar de ahora en adelante. Un país con una economía perforada por irresponsables dictadores populistas, es una verdadera tragedia. ¿O por qué creen que hay tanto venezolano por acá, que salió de su país cargando a sus hijos y con la ropa que llevaban puesta?, ¿acaso porque querían probar el lomo saltado y conocer Machu Picchu? Miremos en esos inmigrantes –cuyos padres seguramente aplaudieron la Constitución dada por Hugo Chávez–, la manera en que podríamos terminar.