La guerra de los 12 días entre los estados de Israel e Irán, generaron tal incertidumbre en el mundo que comprendiendo la profunda rivalidad histórica no resuelta, los intereses incompatibles y el trasfondo religioso del conflicto, expertos en geopolítica advertían que a partir de las tensiones militares en medio oriente, la raza humana podía ingresar en una Tercera Guerra Mundial, y que de producirse tal acontecimiento, el desastre sería total, ya que como sostiene el documento Russell–Einstein de 1955, “en una futura guerra mundial se emplearían con certeza armas nucleares generando desastres totales e irreversibles”. La ferocidad de las guerras anima a los jefes de Estado no involucrados directamente con el conflicto a pronunciarse en favor de la paz. Las consecuencias de un acontecimiento tan tenebroso como la guerra donde la ira desencadenada y el odio recíproco se imponen, anima a renunciar al conflicto armado y a preferir el diálogo como medio pacífico de solución de controversias. Mientras se escriben estas líneas, vemos que ¡la suspensión de hostilidades es un hecho! y que el fin de la guerra entre Israel e Irán puede propiciar el fin del conflicto israelí-palestino. El diario argentino La Nación informa que: “Donald Trump y Benjamín Netanyahu ya advirtieron que el cese al fuego puede dejar lugar a una paz prolongada en uno de los rincones de mayor violencia del mundo”. Esperemos que la paz sea verdaderamente prolongada, que se priorice el diálogo ante una posible reanudación del conflicto militar y se viva al menos, recordando las palabras del escritor Lin Yutang: “en una amistad armada y cordial hostilidad”.