Casi como en los tiempos de la Guerra Fría que enfrentó ideológicamente a los Estados Unidos de América – EE.UU., y a la exUnión de Repúblicas Socialistas Soviéticas – U.R.S.S., luego de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), ahora el reciente encuentro virtual entre los mandatarios Joe Biden de EE.UU., y Xi Jinpig, de China, ha provocado que algunos analistas refieren que estamos ante una nueva Guerra Fría y debo decirles que así verlo es un error conceptual geopolítico. Sí, es verdad, que la sobre atención del encuentro llamaría a especular sobre el referido escenario, pero sigo creyendo que así verlo en realidad lo que está mostrando es una lectura incorrecta del dinámico sistema internacional.

Nadie duda de que China es un actor con muchísima más relevancia económica y financiera que Rusia, pero también lo es que ambos Estados siguen mostrando una relación bilateral fundada en las pugnas por colocarse en lugar prevalente del poder mundial. La guerra comercial entre EE.UU. y China ha sido la prueba incontrastable de esta realidad extraordinariamente polarizada, es verdad. La agenda ha girado sobre varios temas propios del interés de ambos países, pero creo que el asunto de Taiwán ha sido el más delicado.

Biden cuida de no cruzar la línea de la tesis estadounidense que sostiene que existe una sola China con una particularidad democrática autonómica en Taiwán que a China continental le cuesta aceptar en esa calificación y por esa razón siempre le recuerda al gobierno chino de las consecuencias de una situación altamente sensible para el gobierno de Xi Jinping. Aunque acepta que Taiwán forma una unidad con China continental, Washington no ha dicho nunca que China tiene prerrogativa soberana sobre la isla.

No lo diría porque es la manera de mantener el control sobre una China que mira el asunto de Taiwán como uno que debe cuidar sin distracción. Taiwán como tal lo tiene complicado en el actual escenario internacional y no por un asunto de disuasión militar que permanentemente ejerce Beijing sobre la isla, sino porque se trata del asunto estratégico del que Washington siempre se va a colgar para mortificar al régimen de Xi Jinping. Es pura dinámica del poder que siempre se debe visibilizar.

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