La presidenta mexicana Claudia Sheinbaum ha vuelto a agredir al Perú al meter sus narices en asuntos judiciales de nuestro país, al salir en pública e irracional defensa del golpista Pedro Castillo, a quien trata de mostrar al mundo como un “perseguido político”, cuando todos sabemos que este sujeto está convenientemente preso porque en su condición de presidente en funciones intentó quebrar el orden constitucional al disponer el cierre del Congreso y la toma del sistema de justicia.
En lugar de entrometerse en temas en que los que nada tiene que hacer, y de andar recibiendo a un charlatán argentino que dice ser abogado del golpista que acá llora y dice que no tiene plata para pagar defensores legales, la señora Sheinbuam debería preocuparse por el narcotráfico, la narcopolítica y la corrupción que agobia a su país que antes fue gobernado por su maestro y guía, el payaso internacional Andrés Manuel López Obrador (AMLO), el que dio asilo a la familia de Castillo.
Dice que la situación del ahijado de Vladimir Cerrón es un caso de “persecución política y discriminación”, cuando lo cierto es que Castillo estuvo en el gobierno con total legitimidad hasta el instante mismo es que por mano propia intentó acabar con la vigencia de la Carta Magna que juró respetar, y cruzó la línea hacia la ilegalidad. La presidenta mexicana debería buscar en su teléfono celular el video que muestra a su protegido cuando rompe con el estado de derecho en el Perú. ¿O es que por ser de izquierda no se le puede considerar golpista?
Muy bien Torre Tagle por rechazar con energía y sin demora, la insolencia de Sheinbaum, que una y otra vez agrede a nuestro país con sus intromisiones y sus taras ideológicas que le impiden ver la realidad. Cómo será que esta dama vive en otra galaxia, que hasta ahora está esperando sentada que el rey Felipe VI y la Corona Española le pidan disculpas por... la conquista de México llevada a cabo desde el siglo XVI. Sí, esta señora es mandataria de un país. Qué vergüenza.
Lo dicho por la gobernante mexicana es inaceptable para cualquier país que se respete. Es lo mismo que hace el exsubversivo colombiano Gustavo Petro. Ambos insisten en mostrar a un vil golpista como Castillo, que además es acusado de múltiples raterías, como si fuera un “pobrecito”, la víctima de un complot y un abuso de las “fuerza oscuras de la derecha y los grupos económicos”. Ojalá pronto salgan las sentencia contra este sujeto que nunca debió pasar de tirapiedras y quemallantas de la Plaza Dos de Mayo.