Cuando uno tiene el poder y no está preparado para gobernar, en poco tiempo se emborracha con sus acciones y pierde el control de las cosas, mientras otros se sienten intocables y caen en la tentación de incurrir en actos de corrupción.
Esta semana que acaba, las regiones han sufrido un duro golpe al salir denuncias y procesos judiciales que dejan mal parados a exgobernadores y otros en ejercicio.
Las revelaciones sobre el posible pago de dinero al expresidente regional, expremier y congresista, César Villanueva, por parte del consorcio Odebrecht para adjudicarse un proyecto en la región San Martín, parecen que lo sepultan políticamente y ahora tendrá que responder esta grave imputación ante el Poder Judicial.
La reciente sentencia de prisión para el gobernador de Junín, Vladimir Cerrón, y otras tres personas pone a este personaje de la izquierda en la larga lista negra de autoridades que enfrentan problemas con la justicia por actos de corrupción. La referida autoridad (con licencia cómplice y forzada para seguir prófugo) acusa que el fallo forma parte de una persecución política, desconociendo la autonomía de dicho poder del Estado, y esgrima argumentos que ni otros dirigentes lo avalan.
También afronta líos con la justicia el gobernador de Puno, Walter Aduviri, y sobre él pesa 15 días de prisión, pero por ahora no está habido y menos estaría presente cuando el juez lo llame para seguir el proceso por el presunto delito contra la tranquilidad pública.
Tener poder y controlarlo para beneficio del pueblo se requiere, pero no para buscar el beneficio propio y egoísta.